
Muy frecuentemente las lágrimas son la última sonrisa del amor.
Las lágrimas son la sangre del alma.
Cada lágrima enseña a los mortales una verdad.
Si lloras de alegría, no seques tus lágrimas: las robas al dolor.
A veces no nos dan a escoger entre las lágrimas y la risa, sino sólo entre las lágrimas, y entonces hay que saberse decidir por las más hermosas.
Porque ninguna lágrima rescata nunca el mundo que se pierde ni el sueño que se desvanece.
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